¿Por qué ocurrió la crisis del 2008?

La crisis del 2008 fue una depresión mundial que afectó a millones de familias y empresas. Todos la hemos vivido pero muchos no llegan a explicarse cuál fue la causa de esta. 

En 2001 se empezaron a crear empresas web que acabaron en la quiebra y también ocurrieron los atentados terroristas del 11S en Estados Unidos. Todo esto llevó a la reserva federal estadounidense a bajar los intereses por miedo a que el mercado financiero cayese de nuevo. Esto se consigue con créditos a menores intereses para un mayor gasto en la economía. Y esto funcionó, las personas comenzaron a comprarse viviendas (como pasó en España también), pero muchas de estas personas, si las condiciones cambiaban, no iban a poder hacer frente a sus deudas. Los bancos lo sabían y para disminuir el riego, mezclaron las hipotecas con otras inversiones y lo vendían a sus clientes. Los bancos empezaron a comprarlo y salieron de Estados Unidos hasta Europa (especialmente Alemania y Francia) porque en teoría parecían una buena inversión. Cuando las personas no podían hacer frente a las deudas, los bancos intentaron buscar a sus deudores, pero como eran paquetes tan complejos y estaban tan divididos, no pudieron conseguirlo. Así, comenzó una desconfianza entre los propios bancos y entre bancos y gobiernos hasta que finalmente se colapsó el mercado financiero internacional. Como necesitaban dinero líquido para solventar su endeudamiento, los bancos empezaron a hacer caer las bolsas, vendiendo sus productos a precios muy bajos. En 2008, para evitar que se colapsara el mercado financiero en Estados Unidos, la reserva federal del país les proporcionó dinero a los bancos en necesidad, pero nadie prestó su ayuda a Lehman Brothers, quien cayó en quiebra, y la desconfianza aumentó todavía más si era posible. 


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Los bancos usan el dinero que meten sus clientes para prestarlo a otros y guarda un porcentaje de aprovisionamiento para tener liquidez suficiente. De esta manera, va realizando adelantamientos de dinero que se devuelven con intereses, pero si no tienen dinero para realizarlo, se lo piden a otros bancos. España en esa época dependía del dinero de los bancos alemanes, y cuando estos cayeron en crisis, nos cerraron el grifo y exigieron la devolución de nuestras deudas. 

Es por eso, que el Estado les cede dinero a los bancos, para que no sean víctimas de la deuda privada, pero con la condición de que los últimos se lo devuelvan. Si las empresas cierran: hay menos actividad económica, menos impuestos, menos cotizaciones a la Seguridad Social, pero con los mismos gastos públicos (añadiendo más gastos destinado a cubrir el aumento del número de personas en paro), lo que al final convierte la deuda privada en deuda pública.

Una de las consecuencias que tuvo la crisis del 2008 en los países desarrollados fue el conocido como estancamiento secular, aunque muchos economistas defienden que solo hay pequeños síntomas de este y que, mientras haya tecnología que genere innovaciones siempre se puede retornar a una economía a nivel eficiente. El estancamiento secular es una situación de bajo crecimiento económico por un tiempo prolongado, y donde los episodios de pleno empleo son esporádicos y distanciados entre sí. Las causas de un estancamiento secular ocasionado a partir de la catastrófica crisis a finales de la primera década del siglo XXI serían las siguientes: mucho ahorro y poca inversión, existe una mayor propensión al ahorro, creando un exceso de oferta de fondos disponibles para prestar, por lo que el tipo de interés (el precio de estos fondos) cae; la baja demanda, si aumenta el ahorro, hay menos gastos en consumo y números más bajos de inversiones (lo que se reduce el ritmo de crecimiento económico); las nuevas tecnologías relativamente menos eficientes; menor tasa de crecimiento demográfico: se observa una menor tasa de natalidad, por consecuencia, esto genera un menor crecimiento del PIB ya que se está decayendo la mano de obra, uno de sus factores de producción. 

Dicho de otra manera, el estancamiento secular implica entonces una depresión económica que se convierte en una “nueva normalidad”, con desempleo persistente, tipo de intereses reducidos y muy bajas tasas de Producto Interior Bruto.

Desafortunadamente, como con toda crisis, la del 2008 cerró empresas, dejo caer el mercado financiero, el desempleo aumentó a tasas horripilantes, la pobreza aumentó y la población no tenía optimismo en salir de esa situación. 


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