España y su integración en la UE


Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los conflictos entre vecinos europeos hacían imposible la convivencia y democracia. Por otra parte, la crisis económica hizo saltar a la luz la necesidad de una integración económica y monetaria.  En los años 50 se crea la base para la unión económica y social de Europa, cuyos impulsores fueron Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Países Bajos: la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, creada para controlar los materiales industriales básicos con el fin de que liderase la paz. En 1957 se firma el Tratado de Roma, por el que se constituye la Comunidad Económica Europea (CEE). En febrero de 1992 se firma el Tratado de Maarstricht que da vida a la Unión Europea con 3 pilares básicos: las comunidades europeas, una política exterior de seguridad común y la cooperación entre gobiernos de la UE. Además, sienta las bases de la unión económica y monetaria, la moneda única (el euro, puesta en circulación en 2002) y los criterios de su utilización. Unos años más tardes, se firmó el acuerdo Schengen (“Europa Sin Fronteras”) que supuso una eliminación de controles de las fronteras y se permitió la libre circulación de personas.

Durante la dictadura franquista, España vivió un aislamiento por parte de las potencias europeas, por lo que la petición en 1962 de unirse a la Comunidad Económica Europea fue rechazada, pero, con la muerte de Franco en 1975, comenzaron los trámites para su aceptación. En el Gobierno de Adolfo Suárez se solicitó el 26 de julio de 1977 la incorporación a la CEE, la cual se consiguió ocho años después con la firma del Tratado de Adhesión de Madrid. La anexión completa a la UE se desarrolló el 1 de enero de 1986. La conversión al euro fue aceptada por todos y, según encuestas realizadas en el momento, fue una transición fácil para los españoles y sus empresas.

Sin embargo, con el paso de los años ha habido, en ciertos casos, un rechazo a la nueva moneda porque los españoles percibían que el euro aumentó los precios, como se puede observar en la siguiente tabla que representa los cambios de precio con el euro: 





Sin embargo, el euro se volvió una divisa estable y fiable por lo que la incertidumbre y el riesgo se redujeron, haciéndolo también los costes de transacción, y aumentó la inversión en los países integrantes, que incluían a las empresas españolas, las cuales empezaron a pertenecer a una comunidad basada en una moneda aceptada y fuerte, favoreciendo su participación a nivel mundial en el dominio económico-financiero y con intereses como los de otros países europeos. 

España fue uno de los países más beneficiados económicamente por esta unión. En sus primeros años, recibió parte del reparto de fondos comunitarios (al tener una renta per cápita inferior al 75% de la media europea). Como estas ayudas siguieron llegando muchas más para apoyar la economía española. Gracias a la unificación en la UE, se pasó de una economía cerrada a una gran apertura como se aprecia en los datos otorgados por el Banco Mundial: el PIB per cápita (en valores US$) fue de 6.513,5$ en 1986 y en 2019 de 29.613,7$

No solo la UE ha traído beneficios económicos, sino también sociales. Es un conocido dato que el paro en España -y en Europa- es uno de los problemas más graves, pero se ha podido paliar con la colaboración de las subvenciones europeas como el Fondo Social para mejoras de empleo y formación profesional, de los cuales salieron beneficiados 50.312 trabajadores. Durante nuestra participación el la UE, hemos podido crear un mercado de trabajo más amplio, lo que ha atraído movimientos migratorios. No obstante, la base del empleo es la formación de los ciudadanos y en España se contaba con un gran número de analfabetos por causa de las guerras y la pobreza. Para poder erradicar el analfabetismo en Europa se planteó en 1984 una coordinación a favor de la alfabetización adulta y para la optimización de los sistemas educativos europeos, junto a un libre acceso a la educación. 
No hay que olvidar la labor en apoyo al medioambiente por parte de todos los países integrantes, regulando las leyes en consecuencia, y por la igualdad, especialmente entre hombres y mujeres, de oportunidades y de participación en la vida social y económica de todos los ciudadanos. 

España también ha tenido un gran papel en la construcción del grupo europeo implicándose en operaciones de los tratados de Ámsterdam (1997), Niza (2001) y Lisboa (2009). Así también ha sido con su contribución a las políticas de cohesión y de diversidad cultural, ciudadana, lingüística y a las relaciones internacionales, especialmente a lo referente con Latinoamérica y el sur del Mediterráneo. 

Desde el proceso de integración y adaptación a la Unión Europea, España ha llegado a un país demócrata, con bienestar social y económico y aceptación internacional.




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